Todo empezó cuándo…

 
 

las ruinas de mis amores ciegos se derrumbaron sobre mi. Vi que a dónde fuera que iba, venía arrastrando las cadenas del no merecimiento de mi linaje femenino.


Sin embargo, mis sacrificios no aportaron a reconciliar a mis ancestras ni a otorgarme la felicidad que anhelaba. La resolución divina a la que le rezaba nunca llegó. Convencida de que eso era lo que merecía, me tragaba el enojo, conformándome con el eterno conflicto.